Introducción:
Para el presente ensayo
se ha escogido Vida de Galileo para
ejemplarizar La obra didáctica, que
como sabemos constituye un género -o forma teatral, como se diría ahora- cuyo
objetivo fundamental es ilustrar al público acerca de determinada tesis
política, religiosa o filosófica. Por esa primordial condición su concepción se
basa en una lógica dialéctica donde se presenta una primera premisa que sería
enfrentada en seguida por una segunda premisa que daría como resultado una
conclusión. Es decir: tesis, antítesis y síntesis. Su estilo es
"probable" pues está sujeta a causa y efecto; el carácter del
personaje principal es "simple" manteniendo su coherencia y unidad de
principio a fin, y siguiendo una trayectoria que solo avanza a medida que se
van resolviendo las situaciones basadas en razonamientos lógicos.
Con esta obra
Brecht pretendía, quizá, no solo ser didáctico, sino transmitir un mensaje que
incite, que involucre intelectualmente al espectador con lo que está viendo en
escena, que promueva el cambio, el carácter liberador, y que se constituya en
el sujeto analítico de la ficción que tiene al frente, es decir, que en ella se
adivina una intención ilustradora que pretende potenciar la conciencia política
y moral y la capacidad crítica del espectador para influir en las relaciones
sociales.
El
autor:
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Bertolt Brecht |
Trabajó con Max
Reinhardt, en el Deutsches Theater de Berlín, al tiempo que estrechaba su
amistad y compartía ideología con el escritor comunista, Lion Feuchtwanger. Es
en ese tiempo cuando comienza a interesarse por el teatro proletario que había
creado Piscator en 1920.
Sus primeras obras
muestran la influencia del expresionismo, el principal movimiento dramático de
la época. En 1928 escribió su drama
musical La ópera de los dos centavos,
con el compositor alemán Kart Weill. Se trata de una sátira del capitalismo
basado en la obra original The Beggar’s
Opera escrita en 1728 por el dramaturgo inglés John Gay.
En el año 1932
viajó a Moscú, con Eisenstein, e intercambia ideas y opiniones con Piscator,
Tretiakov, Lacis, Reich, Deutsch.
Volvió a Moscú en
1935 y fue allí cuando conoció al actor chino Mei Lan Fang, que se constituiría
en una ficha bien importante para su evolución teatral. Para ese momento ya el
prestigio de Brecht como escritor comunista era reconocido, además estaba claro
su disposición y deseo porque el teatro que hacía se convirtiera, de alguna
manera, en instrumento de la revolución; pero Adolfo Hitler estaba ya muy cerca
de alcanzar el poder.
A causa de su
oposición al gobierno de Hitler, Brecht se vio en la necesidad de huir de
Alemania en 1933, viviendo primero en Escandinavia y estableciéndose finalmente
en California cuando corría el año 1941. Esta salida de Alemania no fue nada
sorpresiva, pues tenía la certeza de que su vida, como la de muchos otros
revolucionarios, peligraba por el arribo del nazismo, aunque gran parte de la
humanidad del momento no tuviera conciencia todavía de lo que suponía este
régimen. La ferocidad de la represión fue tal que las obras de Brecht fueron
quemadas públicamente frente a la Ópera de Berlín, dos meses después de que se
marchara al exilio y fuera privado de la nacionalidad alemana. Un año después,
en 1934, Erich Mühsam, escritor comunista que había participado como Brecht en
la revolución soviética de Baviera, murió en un campo de concentración nazi.
Fue durante esos
años de exilio cuando produjo algunas de sus mejores obras, como Vida de Galileo (1938-1939), Madre Coraje y sus hijos (1941), y El círculo de tiza caucasiano (1944-1945) que consolidaron su reputación como escritor
revolucionario. Brecht se consideraba a sí mismo un hombre de teatro que se
había liberado de las tendencias del teatro expresionista para experimentar con
nuevas formas. Estaba convencido de que ese cambio no solo era posible sino que
era necesario. Su versátil empleo de la lengua y de las formas poéticas,
lenguaje clásico mezclado con el habla del hombre de la calle, versos libres e
irregulares, lo indujo a estremecer la conciencia del público con el propósito
de llevarlo de esa pasividad acrítica en que estaba sumido a la reflexión y,
por supuesto, abrigando la esperanza de que el segundo paso fuera la acción.
Brecht buscaba, en
cierto modo, el desentrañamiento del trasfondo moral de los conflictos,
exponiendo al espectador no ya a "un trozo de vida real" como la
ilusión que propone la teoría aristotélica, donde el espectador participa con
sus emociones, sino a situaciones que culminaran arrojando claridad sobre los
fenómenos que estaban a la vista, trascendiendo entonces a la mera reproducción
de apariencias de la realidad. Se estaba abandonando el teatro realista, la
visión aristotélica, para profundizar en una nueva forma de expresión teatral,
donde el espacio escénico y el personaje, el actor y el espectador tuvieran su
propio lugar, con límites bien claros entre la realidad y la ficción. Estaba
convencido de que el público no puede permanecer ajeno a la ficción, debe darse
cuenta que lo que observa en el escenario no es más que un espectáculo, por lo
tanto, la intención final no es la catarsis, sino el despertar de una actitud
crítica racional que motive una acción revolucionaria.
En 1948, volvió a
Alemania, se estableció en Berlín Este y fundó su propia compañía teatral, el
Berliner Ensemble.
Fue una figura
controvertida en la Europa del Este, ya que su pesimismo moral chocaba con el
ideal soviético del socialismo realista. A lo largo de su vida escribió también
poemas, que, con sus obras de teatro, lo sitúan entre los más grandes autores
alemanes.
Murió el 14 de
agosto de 1956, en Berlín.
El
personaje central:
La obra que nos
ocupa gira en torno a la vida de Galileo Galilei, eminente sabio del
Renacimiento, su defensa del copernicanismo y las consecuencias que sus
investigaciones científicas le ocasionaron con la Iglesia Católica.
Galileo Galilei
nació el martes 15 de febrero de 1564 en Pisa, y murió el miércoles 8 de enero
de 1642 en Arcetri, en las afueras de Florencia, a la edad de setenta y ocho años
(conforme a la fecha de Florencia, ya que en ese lugar el calendario comenzaba
el 25 de marzo, fecha de la Encarnación del Señor)
Fue considerado el
más importante hombre de ciencia de su tiempo y figura clave en la revolución
científica.
Inició su época
escolar en un monasterio de Florencia. Posteriormente, por deseo de su padre
comenzó a cursar estudios de Medicina en la Universidad de Pisa, aunque nunca
los terminó, se dice que por falta de medios económicos, pero tal vez la razón
más poderosa fuera que lo que realmente le apasionaba era la Física y las
Matemáticas.
A la edad de diecisiete
años, descubrió la Ley del Péndulo. En Florencia, bajo la protección de un
mecenas, se dedicó al estudio del comportamiento de los objetos en el agua.
En 1588 fue
nombrado profesor de Matemáticas en la Universidad de Pisa. A los veintisiete
años de edad demostró que la afirmación realizada por Aristóteles de que “la
velocidad con la que cae un cuerpo es proporcional a su peso”, era errónea.
Demostró que la velocidad depende de la resistencia al aire que presente el
cuerpo.
Luego se trasladó a
la Universidad de Padua.
En 1608 construyó
un telescopio tomando como base un largavista inventado en Holanda. Gracias al
telescopio, hizo importantes descubrimientos en Astronomía, de entre los que
destaca la observación el 7 de enero de 1610 de cuatro de las lunas de Júpiter,
girando en tomo a ese planeta. Este descubrimiento daba la razón a Copérnico y
cuestionaba una vez más a Aristóteles y a la concepción bíblica del universo
que se tenía como inconmovible en aquella época.
En 1616 la Iglesia Católica
declaró falsas las ideas de Copérnico. El papa Pío V instó a Galileo a
abandonar el copernicanismo. En 1632 publicó su defensa del sistema astronómico
de Copérnico.
Fue requerido en
Roma por la Inquisición. Tras un interrogatorio largo y agotador, aunque
inusualmente benévolo debido a la fama de Galileo, el 22 de junio de 1633,
admitió que estaba equivocado, y negó que el Sol fuese el centro del Universo y
que la Tierra girase en tomo a su eje y alrededor del Sol.
La
obra:
Forma:
De los géneros no
realistas la Obra Didáctica es uno de los más complejos, pues su anécdota debe
resolverse de una manera lógica siguiendo un proceso de comprobación o
demostración de una serie de valores jerarquizados. En este sentido Vida de Galileo cumple con ese propósito
al ubicar al espectador frente a una situación lineal que le muestra, en un
recorrido a través de las complejidades de una vida simple, dos verdades que le
permitirán concluir en una tercera verdad. En este caso Brecht se propuso
llevar al espectador a descubrir por su propia visión objetiva, que: la verdad
puede plegarse ante el dogma y la autoridad. Brecht nos muestra a un Galileo
que se ve obligado a renunciar a la verdad de sus nuevos descubrimientos por
las presiones ejercidas por la Iglesia Católica y el temor a ser condenado por
el tribunal de la Inquisición.
Versiones:
Pudiera decirse que
Vida de Galileo es la tercera
reescritura de esta obra, que surge primariamente en el año 1938 con el título La Tierra se mueve, pero que ya, sin embargo,
desde más de doce años antes, estaba como configurada en la idea expuesta en su
obra Un hombre es un hombre.
En los momentos de
concebir La tierra se mueve, Brecht
reflexionaba sobre la gran responsabilidad que recaía sobre los científicos que
para esos momentos trabajaban en la desintegración del átomo. Cuánta desgracia
significaría para el género humano si ese conocimiento cayera en manos de los
nazis. Eso, tal vez, lo llevó a profundizar sobre la vida del sabio Galileo
Galilei que tuvo que mostrarse sumiso y retractarse ante la amenaza de la
Inquisición.
Esta segunda
versión fue estrenada en el Coronet Theater de Los Ángeles en el año 1947, es
decir, cuando ya el mundo conocía el horror de la bomba atómica detonada sobre
Hiroshima. Es por ello que la obra sentencia a los físicos, a los hombres de
ciencia, entendidos como criminales sociales. Ante el hecho de que Galileo se
retractara dice Brecht: "Galileo
traicionó a la ciencia y los que pagan el precio de esta actitud son los
Federzoni, es decir, los hombres comunes de los siglos futuros". Se
nota, entonces, que el episodio de la retractación vista como una traición a sí
mismo y a la humanidad, era el blanco de la diana.
Ateniéndonos a la
opinión de Bernard Dort la última versión de la obra no es la suma de las dos
versiones anteriores, sino que contiene a ambas: la que lo exalta y la que lo
cuestiona.
La estructura
básica de la obra se mantiene con quince cuadros autónomos, que mantienen
también sus temas correspondientes y la decisión de no hacer de la retractación
el eje central del desarrollo dramático.
Fabulación:
En el siglo XVII, un maestro de
Matemáticas en la Universidad de Padua, de nombre Galileo Galilei, logró
demostrar a través de persistentes investigaciones que el sistema universal de
Copérnico acerca del movimiento de la tierra era correcto y que por lo tanto el
criterio sostenido por Ptolomeo de que esta era el centro del universo era
falso.
Esta teoría fue
considerada herética por parte de la Iglesia, por lo cual Galileo se vio
enfrentado a la Inquisición, llevándolo a la decisión de adjurar de su teoría
para salvarse de morir quemado en la hoguera, como diez años antes había
sucedido a Giordano Bruno. Galileo se mostró sumiso ante el poder del clero,
pero continuó sus investigaciones en secreto.
La
propuesta: Brecht nos
propone en la obra la visión de un Galileo que solo por el placer de investigar
"de ver cómo se liberó Prometeo"
llega a volver pedazos la física aristotélica y las teorías astronómicas de
Ptolomeo, que ya había sido seriamente cuestionado por Copérnico. Nos
encontramos, pues, con un personaje excepcional que encuentra la vía de un
nuevo método científico, que va más allá de la experiencia teórica en procura
de alcanzar los resultados a través de la experimentación práctica. Utiliza sus
propios elementos e instrumentos y no se conforma con informaciones de segunda
mano, convirtiéndose de esta manera en sujeto del propio proceso para buscar la
verdad. Ese parece ser el modelo ideal de revolucionario propuesto por el
autor. Un ser dotado de razón que va en busca de su propio destino y no un
hombre que acepta el destino como una fatalidad ineludible.
En la concepción
del personaje pareciera haber algo de autobiográfico: el enfrentamiento al
poder llámese religioso o político, la ruptura del orden establecido, sus
enseñanzas escritas en lengua vulgar para que trascendieran las fronteras de
las clases dominantes. Así pone en labios de Galileo el siguiente parlamento:
"Yo predigo que, antes de que
hayamos muerto, se hablará de astronomía en los mercados". Sin embargo
no escapa a ser un hombre común y corriente sujeto a las fragilidades y
padecimientos de cualquier mortal. No es, de ninguna manera, un héroe, como
queda dicho cuando Andrea lo critica: ¡Pobre
del país que no tiene héroes! Y Galileo responde: No. Pobre del país que necesita de héroes. No es Galileo un
paradigma humano, un dechado de virtudes, sino un hombre que cree en la razón y
eso lo reitera en varios cuadros: "... Tengo
fe en los hombres, lo que quiere decir que tengo fe en su razón". O
cuando discute con El pequeño monje: "... La victoria de la Razón solo puede ser la victoria de los que razonan"
Galileo es un
hombre que como cualquier otro siente miedo, miedo al dolor del deseo
insatisfecho, pero también miedo al dolor físico. Ya el autor nos 1o deja ver
en el primer cuadro cuando le aconseja al niño Andrea no hablar de las
investigaciones que están llevando a cabo:
GALILEO: ¿Por qué no te has comido la manzana?
ANDREA: Para poder demostrarle a ella que da vueltas.
GALILEO: Tengo que decirte una cosa, Andrea: no hables
a otros de nuestras ideas.
ANDREA: ¿Por qué no?
GALILEO: La autoridad lo ha prohibido.
También es un
hombre frágil que puede caer en la tentación de desgajarse por un buen vino o
una buena vianda "... me gusta comer
decentemente. La mayoría de las cosas se me ocurren ante una buena comida",
o de apropiarse sin ningún escrúpulo de una idea ajena, como el caso del
largavista holandés, y cuando se le reclama el fraude se limita a justificarse
diciendo: "¿Has oído? ¡Un mundo en
el que no se puede hacer negocios le asquea!"
Estructura: La obra está estructurada en quince cuadros
que siguen la secuencia histórica en tiempo cronológico. En todos ellos, por
supuesto, se sigue el principio del didactismo haciendo planteamientos
enfrentados en busca de una conclusión lógica y razonada. Ya en el primer
cuadro, en el segundo parlamento de la obra, nos encontramos a un Galileo
profesor tratando de recalcarle a Andrea, un niño que aún no había cumplido los
once años de edad, el axioma matemático de que la distancia más corta entre dos
puntos es una línea recta.
ANDREA: Mi madre dice que tenemos que pagar al
lechero. Si no, pronto empezará a dar vueltas alrededor de nuestra casa, señor
Galilei.
GALILEO: Di mejor que describirá un círculo, Andrea.
ANDREA: Lo que usted diga. Si no le pagamos describirá
un círculo alrededor de nosotros, señor Galilei.
GALILEO: Mientras que el alguacil del juzgado, el
señor Cambioni vendrá hacia nosotros derecho ¿y qué línea elegirá entre dos
puntos?
ANDREA: La más corta.
Seguidamente el
personaje muestra un astrolabio y trata de exponerle al niño la compleja teoría
del movimiento de la Tierra, acudiendo para ello a la utilización de una silla
y de una manzana. Una acción didáctica de choque de premisas para que cualquier
palurdo del público pueda entenderlo sin muchas complicaciones intelectuales. De
igual manera en los cuadros subsiguientes veremos acciones didácticas de este
tipo con utilización de elementos sencillos como una cuba de agua a la que
vacía pedazos de hielo, una hoja de papel y una aguja para rebatir la teoría de
Aristóteles, según la cual "Un disco
de hielo ancho y plano flota en el agua, mientras que una aguja de hierro se
hunde". Lo vemos explicando claramente lo que es una hipótesis.
En el mismo sentido
surge la duda como modelo de búsqueda y de encuentros. Le dice a Andrea: "Pero ahora se dice: que sean así las cosas
no quiere decir que tengan que seguir siéndolo. Porque todo se mueve, amigo".
Y luego en el mismo parlamento complementa lo que será su punto persistente a
lo largo de todo el texto: "Porque
donde durante mil años reinó la fe, precisamente allí reina la duda. Todo el
mundo dice: sí, eso está en los libros, pero vamos a verlo por nosotros mismos.
A las verdades más celebradas se le dan palmaditas en la espalda; aquello de lo
que nunca se dudó hoy se pone en duda".
Se nota, entonces,
que el autor acude a la duda como instrumento filosófico para escarbar en lo
oscuro de la ciencia. Una duda entendida no como un simple "no creer"
sino como un método que pone todo en tela de juicio para encontrar la verdad.
Es utilizar la propia duda de Galileo cuando cuestionaba las teorías de sabios
anteriores, para llamar la atención del espectador a la reflexión sobre las
nuevas cosas en las que hay que dudar para cambiar. Es tan así que más adelante
Galileo reflexiona sobre lo mismo y dice: "La lucha por la mensurabilidad del cielo se ha ganado por medio de la
duda; mientras que las madres romanas, por la fe, pierden todos los días la
disputa por la leche".
Ese es, en cierto
sentido, el tono y la manera de expresar la idea principal que se viene
esbozando en el discurso de la obra brechtiana. La duda para hallar las
contradicciones entre la inteligencia y el ejercicio de la fuerza. El espejo
para reflejar la imagen de los nuevos Galileos del pensamiento enfrentados a
los nuevos inquisidores que a través de la fuerza dejan ver las llamas de la
hoguera con el propósito de amedrentar.
GALILEO: Empecemos a probar por nuestra cuenta y
riesgo esas manchas solares que nos interesan, sin contar demasiado con la
protección de un nuevo papa.
ANDREA: Pero con la completa seguridad de poder
disipar las sombras estelares del señor Fabrizius y los vapores solares de
Praga y de París, y de probar la rotación del Sol.
GALILEO: y con alguna seguridad de probar la rotación
del Sol. Mi propósito no es demostrar que he tenido razón hasta ahora, sino
saber si realmente la he tenido. Y os digo: Dejad toda esperanza los que
entráis en la investigación. Quizá sean vapores, quizá sean manchas, pero antes
de suponer que son manchas, lo que nos vendría muy bien, supondremos que son
colas de pez. Efectivamente, lo pondremos en duda todo, todo otra vez. Y no
andaremos con botas de siete leguas sino con una velocidad de caracol. Y lo que
hoy encontremos, lo borraremos mañana de la pizarra y solo volveremos a anotarlo
cuando lo encontremos de nuevo. Y lo que queríamos encontrar, lo
consideraremos, una vez encontrado, con especial desconfianza. ¡Por eso nos
pondremos a observar el Sol con la decisión inexorable de demostrar la
inmovilidad de la Tierra! ¡Y solo cuando hayamos fracasado, hayamos sido
vencidos completa y desesperadamente y estemos lamiéndonos las heridas, en el
más triste de los estados, comenzaremos a preguntamos si no habremos tenido
razón y es verdad que la Tierra se mueve!
De igual manera nos
encontramos en el curso de la obra la idea cuestionadora del capitalismo, la
ciencia entendida como un bien de capital, expuesto desde el primer cuadro
cuando Galileo le pide al Secretario de la Universidad que le dé un aumento de
500 escudos alegando que lo que gana no le alcanza para sus gastos esenciales.
Brecht destaca esta denuncia en parlamentos del Secretario:
SECRETARIO: Solo vale escudos lo que produce escudos.
Si quiere ganar dinero tendrá que presentar otras cosas. Solo puede pedir, por
la ciencia que vende, lo mismo que se recibirá de quien la compra. Por ejemplo
la Filosofía que el señor Colombe vende a Florencia reporta al príncipe por lo
menos diez mil escudos anuales. Sus leyes de la gravitación, señor Galilei, han
causado, indudablemente, mucho revuelo. Se las aplaude en París y en Praga.
Pero los señores que allí aplauden no pagan a la Universidad de Padua lo que
usted le cuesta. Su desgracia es la especialidad que ha elegido, señor Galilei.
GALILEO: Comprendo: comercio libre, investigación libre.
Y comercio libre con la investigación ¿no?
En el segundo
cuadro Brecht nos muestra la dialéctica para demostrar, en un contrapunteo de
razonamientos entre Sagredo y Galileo que la Tierra es un planeta más y no el
centro del universo y, de paso, dejar claramente expuesto su criterio acerca de
la existencia de Dios: "... No
separes el ojo del tubo, Sagredo. Lo que estás viendo es que no hay diferencia
entre el Cielo y la Tierra. Hoy es 10 de
enero de 1610. La humanidad escribe en su diario: El Cielo ha quedado abolido."
Para así llegar en el tercer cuadro a caer en lo que lo enfrentaría
definitivamente a la iglesia:
SAGREDO: ¡Es decir, que solo hay astros! ... ¿Y dónde
está Dios?
GALILEO: ¿Qué quieres decir?
SAGREDO: ¡Dios! ¿Dónde está Dios?
GALILEO: (Colérico) ¡Ahí no! ¡Lo mismo que no lo
encontrarían en la Tierra si hubiera ahí seres vivientes y lo buscaran aquí!
SAGREDO: Y entonces ¿Dónde está Dios?
GALlLEO: ¿Soy teólogo acaso? Soy matemático.
Conclusión:
¿Será posible
concluir que la obra como tal logra el objetivo de que la ciencia baje al nivel
de entendimiento del pueblo? No estoy
seguro. Pero tal vez lo más importante para el autor no fue que entendiéramos
los fundamentos de la teoría de Copérnico, sino que entendiéramos las relaciones
de poder.
Lo otro, es que se
corre el riesgo de que, lejos de motivar un ejercicio de razonamiento sobre lo
visto en el escenario, nos incite a revisiones estériles sobre la verdad
histórica, pues hay pasajes de la obra que encuentran oposición con otros
autores y que si bien pudiéramos entenderlo cono una manera de imprimirle
teatralidad al texto, fácilmente desde otro punto de vista interesado, puede
señalarse como falseamiento de la verdad.
En todo caso, lo
importante es que Brecht nos da una imagen de la dignidad que debe imperar en
el ser humano, en el científico que no se deja intimidar por el poder
establecido y decide averiguar la verdad de los fenómenos a despecho de su
propia vida. En el caso de Galileo queda claramente expuesto que fue el primero
que basó sus investigaciones en el método científico, en la comparación de las
hipótesis con los experimentos y en la observación, en vez del método
filosófico consistente en la aplicación de la especulación filosófica y en la
aceptación ciega de lo dicho por los autores clásicos, especialmente
Aristóteles. No importa, entonces, que más tarde haya abjurado de su teoría
para salvarse de la hoguera cuando ya antes había afirmado: "Si yo estuviera dispuesto a callar, sería
indudablemente por motivos muy bajos: mi bienestar, el no ser perseguido...
"
Otra cuestión que luce
importante mencionar con respecto a esta obra es que Brecht pareciera apartarse
un poco de algunos de sus propios postulados en la teoría del teatro épico,
pues en otras de sus obras didácticas, por ejemplo La medida, la acción queda enmarcada en una fábula breve que
ilustra una lección política. Allí se expone una actitud extrema: "quien lucha por el comunismo debe ser capaz
de luchar y no luchar, de decir la verdad y no decirla, de prestar servicios y
negarlos, de cumplir sus promesas y no cumplirlas, de exponerse al peligro y
evitarlo, de ser reconocible y ser irreconocible... "Pero en Vida de Galileo se expresa con una
fuerza emotiva tal, de tanto contenido poético y tanto fervor humano que es
casi imposible que el espectador se olvide de sus sentimientos. Que no se
emocione. Sin embargo allí parece residir la belleza de la obra, en lo bien que
se entremezcla la doctrina y la emoción, la forma y el contenido.
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