Antecedentes:
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Alfred Jarry |
Casi ciento veinte años han
transcurrido desde el 10 de diciembre de 1896 cuando fue exhibido en Francia,
en la sala del Théàtre de L'Ceuvre, la obra teatral Ubú rey. Un drama en prosa estructurado en cinco actos, que todavía
sigue resonando en la conciencia de los espectadores, pues a partir de ese
momento, mirado ahora desde la óptica de la modernidad, se hizo una hendidura
en el cuerpo dramático para ver más allá de lo existente: el absurdo, lo
grotesco, lo surrealista, lo irracional; en suma, lo farsesco de un personaje
protagonista sin igual, revestido con una pesada carga de defectos, pero que
sin embargo penetró como una daga filosa la hermética coraza que protegía el
corazón de la burguesía.
Ubú rey, desde el primer momento promovió el
escándalo, sacudió las aguas tranquilas del teatro contemporáneo cambiando los
conceptos de dramaturgia, puesta en escena, maquillaje, máscaras, actitudes
actorales, y se proyectó en el tiempo para convertirse en una obra inspiradora
de Artaud, Beckett, Ionesco, y muchos otros artistas de diferentes disciplinas.
Sin lugar
a dudas, un texto referencial en el teatro moderno. Un hecho indudablemente
poético que escandalizó a la gente de teatro del momento. Se dice que la sala
se conmocionó dividida en dos fracciones claramente diferenciadas: los que se
mofaban y pitaban y renegaban y terminaban abandonando la sala, y los que
aplaudían como locos dando su aprobación tanto al texto como al discurso
inicial de su autor.
Alfred
Jarry nació en Laval, Francia, el 8 de septiembre 1873. Llegó a París e ingresó
al Lyceé du Laval donde permaneció hasta 1879, para ingresar al Lyceé du
Saint-Brieuc donde se hizo notar por su habilidad tanto para la lectura como
para la escritura. En 1891 presentó por primera vez Ubú Roi en una función privada para sus amigos, en esta
representación él mismo se encargó de la caracterización del personaje
principal, Pére Ubu. En esos mismos años conoció a Rachilde y a Mallarme, y
decidió ingresar en la Universitte du La Sorbonne. En 1896 publicaron Ubu Roi en dos fascículos del Livre d'
Art; en junio de ese mismo año se editó en un solo volumen. Se representó para
el público en general siendo un absoluto fracaso, debido a que los asistentes
cayeron en las constantes provocaciones de Jarry y la crítica la tildó de
insulso. En 1898 la volvió a representar con las marionetas del Théatre des
Pantins de Pierre Bonnard y con música de Claude Terrasse, logrando buen éxito
de taquilla y reivindicando así su fracaso anterior. Ese mismo año conoció a Óscar
Wilde y asistió al entierro de Mallarme.
En octubre
de ese año sus amigos Vallette y Saltas lo encontraron en su habitación
inconsciente y con las piernas totalmente paralizadas, y lo trasladaron al
Hospital de la Charité. El 1 de noviembre murió. La causa, de acuerdo al
diagnóstico de los médicos, fue una meningitis tuberculosa de evolución
anormal. Sus restos fueron llevados el día 3 de noviembre al cementerio de
Bagneux y su tumba desapareció de forma misteriosa a los pocos años.
En cuanto
a la autoría de esta obra, se ha comentado, con o sin razón, que tiene un
mérito compartido con los hermanos Morin, Charles y Henry, quienes entre los
años 1885 y 1887, siendo alumnos del Instituto de Rennes, se dieron a la tarea
de escribir obras breves satíricas que tenían como centro de la burla al
profesor de física Félix Hébert. La obra destacada la titularon Los polacos. Ahí parece que comenzó a
gestarse la personificación del “Ubú”. La burla, el escarnio, la farsa. La
primera representación fue en Rennes, en diciembre de 1888, en casa de Jarry,
con las marionetas Du Théàtre Des Phynanzas. Diez años más tarde fue
representado por las Marionetas del Théàtre Des Pantins. Es entonces cuando se
suplen los muñecos por actores cubiertos con máscaras como para aparentar
grandes marionetas.
En las
páginas siguientes trataremos de entender o interpretar esta obra vista a la
luz del método sugerido por Patrice Pavis, en su Tesis para el análisis del texto dramático, traducción al español
por Isabel Martín.
La
obra
1.
Textualidad
Género o forma teatral:
Ubú rey se
inscribe en la clasificación de Farsa. Pero como la farsa, si hemos de atender
a Claudia Cecilia Alatorre (1994) en su libro Análisis del drama, "no es un género propiamente dicho, sino
un proceso de simbolización que puede sufrir cualquier género", entonces, completamos
que es una farsa didáctica.
Intertexto:
Ubú se nos
hace una caricatura de Macbeth, nacido en el año 1005 y muerto en Escocia en el
1057. Monarca escocés (1040-1057). Conde de Moray, que en el año 1031 fue
nombrado general por el rey Duncan I. La ascendencia real de su esposa Grouch,
nieta del antiguo monarca Kenneth III, lo
indujo a aspirar al trono, para lo cual asesinó a Duncan en la batalla de Elgin
(1040). Tras el magnicidio, y a pesar de la oposición del rey Siward de
Northumbria, logró mantenerse en el poder hasta 1057, año en el que fue
derrotado y muerto en la batalla de Lumphanan a manos de Malcolm Canmore, hijo
de Duncan.
Como
sabemos, estos acontecimientos históricos sirvieron a Shakespeare para escribir
su famoso drama homónimo, en el cual la figura del noble escocés aparece
convertida en un juguete del destino, que lo impulsa a cometer traición y matar
a su legítimo señor, condenándolo a vivir sumido en los remordimientos.
Shakespeare, por supuesto, alteró muchos de los hechos históricos del verdadero
Macbeth.
Más o
menos la misma figura y la misma historia, se nos presenta en Ubú, pero con un
lenguaje destructor y sardónico y un subtexto ideológico claramente visible.
Léxico:
La obra se
inicia con la palabra "mierdra"
pronunciada por el Padre Ubú en el primer parlamento de la primera escena del
primer acto. Se trata del signo de lo que vendrá luego, pues esta palabra clave
será pronunciada treinta y cuatro veces en el curso de la acción. En nuestros
días, la palabrita en cuestión, escuchada en cualquier escenario, no tiene
ningún efecto, pero sí lo tuvo, y eso lo sabía el autor, en la época en que la
obra fue representada por primera vez.
A través
del texto nos encontraremos palabras igualmente deformadas en la grafía y por
supuesto en la fonética como por ejemplo "sorejas",
"mamanrracho", "jodre" "cuernomirechulez",
"onejas", "borrachardo", y otras. Todas estas expresiones
sirven para configurar la personalidad de los personajes. Sirven para ir tejiendo
todo el entramado lexical donde las palabras no significan lo que dicen, sino
que llevan de trasfondo un mensaje que no tiene nada que ver con las acciones
de los personajes. Se trata del reinvento
del lenguaje para responder más a lo imaginario, que a una fonética o gramática
real.
Isotopía y coherencia:
El
personaje central gira en su discurso, de manera reiterada, en tres cosas que
parecen bullir en su mente: La mierdra
que es como la significación del caos, del entorno en que ve mover a sus
semejantes; de la física, que es la
inteligencia, la naturaleza comparada con el arte; y de la phynanza, o sea, los honores en comparación con la satisfacción de
sí por uno mismo, el poder y los valores universales, la fuerza bruta que
corrompe con sutileza.
Marcas de
literariedad:
Notamos
que aquí las palabras no son finalistas, no tienen un fin propio de persuadir,
de comunicar, sino de deformar la realidad. Al romperse la estructura lingüística
se busca generar otra realidad, otra verdad. Decir con palabras lo que las
mismas palabras por su discontinuidad no logran decir. Es por ello que nos
topamos con un entramado de verdades-mentiras-juegos-frases inconexas que
buscan como fin último la destrucción como un medio de alcanzar el absoluto.
Se observa
que el lenguaje escrito tanto gramatical como estilísticamente es circular, y se
basa en la equivalencia de los contrarios. Para nuestros personajes resulta
igual lo subrepticio, lo atenuado a lo sublime y lo grosero; el descaro es
igual a la sinceridad, el orden del caos diferente al anarquismo; el amor
absoluto roza con la obscenidad, los dones con la embriaguez, el humor, el
sarcasmo, la ironía, la blasfemia.
El humor
está presente en toda la obra. Un humor negro, tal como se deduce de la misma
declaración de Jarry: "El humor nace
del descubrimiento de lo contradictorio".
Marcas de teatralidad:
El
"anclaje del texto en la situación escénica", por utilizar el término
acuñado por Patrice Pavis, podemos
figurarlo fácilmente siguiendo una nota del programa de mano utilizado por el
propio Jarry:
Tras el preludio de una música con demasiados
metales, el telón descubre un decorado que quisiera representar Ninguna Parte,
con árboles al pie de las camas y nieve blanca bajo un cielo muy azul, dado que
la acción discurre en Polonia, país suficientemente legendario y desmembrado
como para ser esa Ninguna Parte o, al menos, según una verosímil etimología
franco-griega, ni con mucho alguna parte interrogativa. Ninguna Parte está en
todas, aquí, motivo por el cual Ubú habla francés. Pero sus numerosas faltas no
son vicios franceses exclusivamente, puesto que lo favorecen el capitán
Bordura, que habla inglés, la reina Rosamunda, que algarea auvernés, y la
muchedumbre polaca, que ganguea maulas y va vestida de gris. Aunque se
transparenten ciertas sátiras, el lugar de la acción hace que los intérpretes
no sean responsables.
Seréis libres de ver en el señor Ubu las
múltiples alusiones que queráis, o un simple fantoche, la deformación por un
alumno de uno de sus profesores, quien representa para él todo lo grotesco que
hay en el mundo.
Asimismo
podemos observar la particular forma de expresarse de los esposos Ubú, su
manera grosera de comer y de matar, lo cual nos enfrenta con los instintos
primarios. Todo eso es ex profeso para denunciar la fatuidad de esa sociedad
burguesa de Francia a la cual iba dirigida la obra.
2.
Texto dramático
Mundo ficcional
Estructuras
discursivas:
Estamos en
presencia de un personaje que se deja cautivar por la idea del poder
manifestada desde su otra parte, su esposa, y en este sentido analiza sus
ventajas y las sopesa con las consecuencias, cayendo en los conflictos de la
lealtad, que luego echa a un lado y, aceptando, procede a conspirar con el
ejército a objeto de derrocar al rey y cambiar el orden establecido, para lo
cual, igualmente, hace ofrecimientos a sus acólitos.
El rey,
que lejos está de imaginar semejante bajeza de espíritu, desatiende el augurio
de su esposa que lo previene sobre la traición y cae en su mayor debilidad que
es su fe en el poder. La conspiración da sus frutos, el ambicioso se hace rey y
para garantizarse su permanencia en el poder intenta conquistar al populacho.
Saltan a relucir las ambiciones de todo tipo y se hace necesario emplear la
fuerza para demostrar el poder.
Hay
resistencia a todo lo nuevo que resulta en el fondo seguir siendo más de lo
mismo.
Se generan
choques con los sectores sociales y surgen nuevas reacciones que ponen en
peligro la estabilidad del nuevo régimen. Un desertor del nuevo jefe, golpeado
en sus intereses, se une al zar de Moscú quien tiene intenciones de salir en
defensa del rey derrocado, lo cual no significa otra cosa, sino salir en
defensa de los privilegios de la monarquía.
El zar
emprende la guerra contra el nuevo reino y el destino vuelve a poner cara a
cara al conspirador y al desertor. Vencen los rusos. El usurpador huye con lo
que queda de su ejército. La monarquía polaca vuelve al poder, y en su viaje
Ubú va con la esperanza de que lo nombren maestro de finanzas, en París.
Hipótesis sobre la
puesta en juego del sentido:
Tema: El
juego de intereses en un cambio social.
Premisa:
Pueblo y burguesía son irreconciliables.
Estructuras
actanciales:
Nuestro
personaje central, el Padre Ubu, es un ser bajo, instintivo, innoble con
desenfrenadas ansias de poder. Asesina al rey de Polonia, y usurpa el trono. Ya
convertido en rey utiliza el poder de manera desmedida matando a los nobles, a
los burócratas y finalmente hasta a los campesinos, bajo la excusa de que hay
que acabar con los culpables.
Asido al
poder demuestra ser el anarquista perfecto, juzga de acuerdo a sus propios y
personales criterios, despedaza a la gente porque le apetece, y hasta se atreve
a pedirle a los soldados rusos que no disparen contra él porque eso no le
gusta.
Todos
estos desmanes acontecen hasta la llegada del zar de Rusia que lo destrona y
expulsa de Polonia, y restituye en el poder al hijo del rey asesinado.
En cuanto
a la Madre Ubú,
igualmente indigna, infiel, traidora, la vamos conociendo a través de la trama,
y en el acto quinto, queda retratada de pie a cabeza cuando dice:
"Por fin estoy al abrigo. Estoy sola aquí. No
es ningún inconveniente. Pero qué carrera desenfrenada: atravesar toda Polonia
en cuatro días. Todas las desgracias me han caído de golpe. Inmediatamente
después de la marcha de ese gran borrico voy a la cripta a enriquecerme. Poco después estoy a punto de
que me liquide el Bougrelas ese, y esos cosacos. Pierdo a mi caballero, el
Palatino Girón que estaba tan enamorado de mis encantos que se extasiaba de
placer al verme, e incluso, me ha asegurado, al no verme, lo que es el colmo de
la ternura. Se habría dejado partir en dos por mí, el pobre muchacho. La prueba
es que Bougrelas lo ha partido en cuatro. ¡Pif, paf, pan! ¡Ah! Me siento morir.
Después, emprendo la huida perseguida por la turba enfurecida. Abandono el
palacio; llego al Vístula. Todos los puentes están vigilados. Atravieso el río
a nado, confiando dejar de este modo a mis perseguidores. Por todas partes la
nobleza se junta y me persigue. Mil veces estoy a punto de perecer ahogada en
un círculo de polacos obsesionados en perderme. Finalmente logré sustraerme a
su furia, y después de cuatro días de carrera por la nieve de lo que fue mi
reino, llego a refugiarme aquí. No he bebido ni comido en estos cuatro días.
Bourdelas me pisaba los talones... Pero en fin, ya estoy salvada. ¡Ah! Estoy
muerta de fatiga y de frío. Pero desearía saber qué ha sido de mi gordo
polichinela, quiero decir, mi muy respetable esposo. Y mira que le he robado
finanza. Y le he cogido rixdales. ¡Cómo le he puesto de cuernos! Y su caballo
de finanzas que se moría de hambre. No veía a menudo avena el pobre diablo.
¡Ah! Cuán bella historia. Pero, ay, he perdido mi tesoro. Está en Varsovia. Que
vaya a buscarlo quien quiera".
Estructuras
ideológicas:
En la obra
lo ubuesco no es meramente lo absurdo, lo aberrante, o lo ridículo, sino que
ideológicamente el término sobreentiende una caricatura de nuestra sociedad y
de nuestra cultura.
El
lenguaje, como hemos apuntado, es utilizado como herramienta destructora, pero
igualmente como una actividad lúdica, por medio de la cual arremete
críticamente contra la sociedad y sus estructuras corruptas, contra los
desmanes de la burguesía, pues Ubú no es meramente el falso príncipe, el
exterminador, el grosero, sino más que eso es la representación del poder, el
anarquista perfecto, y el pequeño monstruo que cada cual lleva por dentro.
Vemos en
Ubú al tirano cruel, descarnado y corrupto que aunque pasen los tiempos y gire
la rueda de la historia, desgraciadamente está ahí, sin que las cosas cambien
sustancialmente. Esto lo observamos a lo largo de la obra y se reafirma al
final cuando exclama: "... y yo me haré nombrar Maestro de Finanzas en
París.", con lo cual nos advierte que la culebra simplemente se está
mordiendo la cola.
Conclusiones:
Pudiéramos
concluir señalando que estamos, tal vez, en presencia de la obra más
representativa del teatro surrealista y que a pesar del tiempo transcurrido
desde la primera vez de su exhibición pública, mantiene una vigencia incuestionable
en cuanto a su denuncia de la corrupción, en todas sus formas, generadas por el
poder. Se trata de un tema universal, como ya hemos apuntado, extraído de la
misma historia de desarrollo de los pueblos, solo que vista desde un lente, que
al tratar de deformar la realidad nos lo hace más visible y más comprensible.
El claro
concepto de la denuncia se mantiene a través de toda la trama, con la
exposición de una manera singular de apreciar la historia y sus protagonistas.
Queda
expuesto, pues, cómo la obra refleja una determinada realidad, vista a la luz
de un momento histórico, cuando la revolución frustrada se refugia en el arte,
donde los paraísos artificiales y la crudeza política se cruzan.
Como ya
fue apuntado en el texto del análisis intuimos que en la obra lo ubuesco no es
sencillamente 1o absurdo o 1o ridículo que va a flor de texto, sino que
ideológicamente el término sobreentiende una caricatura de nuestra sociedad y
de nuestra identidad cultural.
Asimismo
en cuanto al lenguaje, hemos dicho que es utilizado como herramienta
destructora, pero igualmente como una actividad lúdica, de la cual se vale el
autor para exponer una acerba crítica a toda la estructura social carcomida por
la corrupción. En definitiva, se trata de un ataque claro y preciso para dejar
en evidencia a la burguesía y sus desmanes.