sábado, 5 de marzo de 2016

Lectura crítica de Ubú rey, de Alfred Jarry

Antecedentes: 
Alfred Jarry
 
Alfred Jarry
Casi ciento veinte años han transcurrido desde el 10 de diciembre de 1896 cuando fue exhibido en Francia, en la sala del Théàtre de L'Ceuvre, la obra teatral Ubú rey. Un drama en prosa estructurado en cinco actos, que todavía sigue resonando en la conciencia de los espectadores, pues a partir de ese momento, mirado ahora desde la óptica de la modernidad, se hizo una hendidura en el cuerpo dramático para ver más allá de lo existente: el absurdo, lo grotesco, lo surrealista, lo irracional; en suma, lo farsesco de un personaje protagonista sin igual, revestido con una pesada carga de defectos, pero que sin embargo penetró como una daga filosa la hermética coraza que protegía el corazón de la burguesía.
Ubú rey, desde el primer momento promovió el escándalo, sacudió las aguas tranquilas del teatro contemporáneo cambiando los conceptos de dramaturgia, puesta en escena, maquillaje, máscaras, actitudes actorales, y se proyectó en el tiempo para convertirse en una obra inspiradora de Artaud, Beckett, Ionesco, y muchos otros artistas de diferentes disciplinas.
Sin lugar a dudas, un texto referencial en el teatro moderno. Un hecho indudablemente poético que escandalizó a la gente de teatro del momento. Se dice que la sala se conmocionó dividida en dos fracciones claramente diferenciadas: los que se mofaban y pitaban y renegaban y terminaban abandonando la sala, y los que aplaudían como locos dando su aprobación tanto al texto como al discurso inicial de su autor.
Alfred Jarry nació en Laval, Francia, el 8 de septiembre 1873. Llegó a París e ingresó al Lyceé du Laval donde permaneció hasta 1879, para ingresar al Lyceé du Saint-Brieuc donde se hizo notar por su habilidad tanto para la lectura como para la escritura. En 1891 presentó por primera vez Ubú Roi en una función privada para sus amigos, en esta representación él mismo se encargó de la caracterización del personaje principal, Pére Ubu. En esos mismos años conoció a Rachilde y a Mallarme, y decidió ingresar en la Universitte du La Sorbonne. En 1896 publicaron Ubu Roi en dos fascículos del Livre d' Art; en junio de ese mismo año se editó en un solo volumen. Se representó para el público en general siendo un absoluto fracaso, debido a que los asistentes cayeron en las constantes provocaciones de Jarry y la crítica la tildó de insulso. En 1898 la volvió a representar con las marionetas del Théatre des Pantins de Pierre Bonnard y con música de Claude Terrasse, logrando buen éxito de taquilla y reivindicando así su fracaso anterior. Ese mismo año conoció a Óscar Wilde y asistió al entierro de Mallarme.
En octubre de ese año sus amigos Vallette y Saltas lo encontraron en su habitación inconsciente y con las piernas totalmente paralizadas, y lo trasladaron al Hospital de la Charité. El 1 de noviembre murió. La causa, de acuerdo al diagnóstico de los médicos, fue una meningitis tuberculosa de evolución anormal. Sus restos fueron llevados el día 3 de noviembre al cementerio de Bagneux y su tumba desapareció de forma misteriosa a los pocos años.
En cuanto a la autoría de esta obra, se ha comentado, con o sin razón, que tiene un mérito compartido con los hermanos Morin, Charles y Henry, quienes entre los años 1885 y 1887, siendo alumnos del Instituto de Rennes, se dieron a la tarea de escribir obras breves satíricas que tenían como centro de la burla al profesor de física Félix Hébert. La obra destacada la titularon Los polacos. Ahí parece que comenzó a gestarse la personificación del “Ubú”. La burla, el escarnio, la farsa. La primera representación fue en Rennes, en diciembre de 1888, en casa de Jarry, con las marionetas Du Théàtre Des Phynanzas. Diez años más tarde fue representado por las Marionetas del Théàtre Des Pantins. Es entonces cuando se suplen los muñecos por actores cubiertos con máscaras como para aparentar grandes marionetas.

En las páginas siguientes trataremos de entender o interpretar esta obra vista a la luz del método sugerido por Patrice Pavis, en su Tesis para el análisis del texto dramático, traducción al español por Isabel Martín.



La obra
1.      Textualidad
Género o forma teatral:
Ubú rey se inscribe en la clasificación de Farsa. Pero como la farsa, si hemos de atender a Claudia Cecilia Alatorre (1994) en su libro Análisis del drama, "no es un género propiamente dicho, sino un proceso de simbolización que puede sufrir cualquier género", entonces, completamos que es una farsa didáctica.

Intertexto:
Ubú se nos hace una caricatura de Macbeth, nacido en el año 1005 y muerto en Escocia en el 1057. Monarca escocés (1040-1057). Conde de Moray, que en el año 1031 fue nombrado general por el rey Duncan I. La ascendencia real de su esposa Grouch, nieta del antiguo monarca Kenneth  III, lo indujo a aspirar al trono, para lo cual asesinó a Duncan en la batalla de Elgin (1040). Tras el magnicidio, y a pesar de la oposición del rey Siward de Northumbria, logró mantenerse en el poder hasta 1057, año en el que fue derrotado y muerto en la batalla de Lumphanan a manos de Malcolm Canmore, hijo de Duncan.
Como sabemos, estos acontecimientos históricos sirvieron a Shakespeare para escribir su famoso drama homónimo, en el cual la figura del noble escocés aparece convertida en un juguete del destino, que lo impulsa a cometer traición y matar a su legítimo señor, condenándolo a vivir sumido en los remordimientos. Shakespeare, por supuesto, alteró muchos de los hechos históricos del verdadero Macbeth.
Más o menos la misma figura y la misma historia, se nos presenta en Ubú, pero con un lenguaje destructor y sardónico y un subtexto ideológico claramente visible.

Léxico:
La obra se inicia con la palabra "mierdra" pronunciada por el Padre Ubú en el primer parlamento de la primera escena del primer acto. Se trata del signo de lo que vendrá luego, pues esta palabra clave será pronunciada treinta y cuatro veces en el curso de la acción. En nuestros días, la palabrita en cuestión, escuchada en cualquier escenario, no tiene ningún efecto, pero sí lo tuvo, y eso lo sabía el autor, en la época en que la obra fue representada por primera vez.
A través del texto nos encontraremos palabras igualmente deformadas en la grafía y por supuesto en la fonética como por ejemplo "sorejas", "mamanrracho", "jodre" "cuernomirechulez", "onejas", "borrachardo", y otras. Todas estas expresiones sirven para configurar la personalidad de los personajes. Sirven para ir tejiendo todo el entramado lexical donde las palabras no significan lo que dicen, sino que llevan de trasfondo un mensaje que no tiene nada que ver con las acciones de los personajes. Se trata del  reinvento del lenguaje para responder más a lo imaginario, que a una fonética o gramática real.

Isotopía y coherencia:
El personaje central gira en su discurso, de manera reiterada, en tres cosas que parecen bullir en su mente: La mierdra que es como la significación del caos, del entorno en que ve mover a sus semejantes; de la física, que es la inteligencia, la naturaleza comparada con el arte; y de la phynanza, o sea, los honores en comparación con la satisfacción de sí por uno mismo, el poder y los valores universales, la fuerza bruta que corrompe con sutileza.

Marcas de literariedad:
Notamos que aquí las palabras no son finalistas, no tienen un fin propio de persuadir, de comunicar, sino de deformar la realidad. Al romperse la estructura lingüística se busca generar otra realidad, otra verdad. Decir con palabras lo que las mismas palabras por su discontinuidad no logran decir. Es por ello que nos topamos con un entramado de verdades-mentiras-juegos-frases inconexas que buscan como fin último la destrucción como un medio de alcanzar el absoluto.
Se observa que el lenguaje escrito tanto gramatical como estilísticamente es circular, y se basa en la equivalencia de los contrarios. Para nuestros personajes resulta igual lo subrepticio, lo atenuado a lo sublime y lo grosero; el descaro es igual a la sinceridad, el orden del caos diferente al anarquismo; el amor absoluto roza con la obscenidad, los dones con la embriaguez, el humor, el sarcasmo, la ironía, la blasfemia.
El humor está presente en toda la obra. Un humor negro, tal como se deduce de la misma declaración de Jarry: "El humor nace del descubrimiento de lo contradictorio".

Marcas de teatralidad:
El "anclaje del texto en la situación escénica", por utilizar el término acuñado por Patrice Pavis,  podemos figurarlo fácilmente siguiendo una nota del programa de mano utilizado por el propio Jarry:
Tras el preludio de una música con demasiados metales, el telón descubre un decorado que quisiera representar Ninguna Parte, con árboles al pie de las camas y nieve blanca bajo un cielo muy azul, dado que la acción discurre en Polonia, país suficientemente legendario y desmembrado como para ser esa Ninguna Parte o, al menos, según una verosímil etimología franco-griega, ni con mucho alguna parte interrogativa. Ninguna Parte está en todas, aquí, motivo por el cual Ubú habla francés. Pero sus numerosas faltas no son vicios franceses exclusivamente, puesto que lo favorecen el capitán Bordura, que habla inglés, la reina Rosamunda, que algarea auvernés, y la muchedumbre polaca, que ganguea maulas y va vestida de gris. Aunque se transparenten ciertas sátiras, el lugar de la acción hace que los intérpretes no sean responsables.
Seréis libres de ver en el señor Ubu las múltiples alusiones que queráis, o un simple fantoche, la deformación por un alumno de uno de sus profesores, quien representa para él todo lo grotesco que hay en el mundo.

Asimismo podemos observar la particular forma de expresarse de los esposos Ubú, su manera grosera de comer y de matar, lo cual nos enfrenta con los instintos primarios. Todo eso es ex profeso para denunciar la fatuidad de esa sociedad burguesa de Francia a la cual iba dirigida la obra.

2.      Texto dramático
Mundo ficcional
Estructuras discursivas:
Estamos en presencia de un personaje que se deja cautivar por la idea del poder manifestada desde su otra parte, su esposa, y en este sentido analiza sus ventajas y las sopesa con las consecuencias, cayendo en los conflictos de la lealtad, que luego echa a un lado y, aceptando, procede a conspirar con el ejército a objeto de derrocar al rey y cambiar el orden establecido, para lo cual, igualmente, hace ofrecimientos a sus acólitos.
El rey, que lejos está de imaginar semejante bajeza de espíritu, desatiende el augurio de su esposa que lo previene sobre la traición y cae en su mayor debilidad que es su fe en el poder. La conspiración da sus frutos, el ambicioso se hace rey y para garantizarse su permanencia en el poder intenta conquistar al populacho. Saltan a relucir las ambiciones de todo tipo y se hace necesario emplear la fuerza para demostrar el poder.
Hay resistencia a todo lo nuevo que resulta en el fondo seguir siendo más de lo mismo.
Se generan choques con los sectores sociales y surgen nuevas reacciones que ponen en peligro la estabilidad del nuevo régimen. Un desertor del nuevo jefe, golpeado en sus intereses, se une al zar de Moscú quien tiene intenciones de salir en defensa del rey derrocado, lo cual no significa otra cosa, sino salir en defensa de los privilegios de la monarquía.
El zar emprende la guerra contra el nuevo reino y el destino vuelve a poner cara a cara al conspirador y al desertor. Vencen los rusos. El usurpador huye con lo que queda de su ejército. La monarquía polaca vuelve al poder, y en su viaje Ubú va con la esperanza de que lo nombren maestro de finanzas, en París.

Hipótesis sobre la puesta en juego del sentido:
Tema: El juego de intereses en un cambio social.
Premisa: Pueblo y burguesía son irreconciliables.

Estructuras actanciales:
Nuestro personaje central, el Padre Ubu, es un ser bajo, instintivo, innoble con desenfrenadas ansias de poder. Asesina al rey de Polonia, y usurpa el trono. Ya convertido en rey utiliza el poder de manera desmedida matando a los nobles, a los burócratas y finalmente hasta a los campesinos, bajo la excusa de que hay que acabar con los culpables.
Asido al poder demuestra ser el anarquista perfecto, juzga de acuerdo a sus propios y personales criterios, despedaza a la gente porque le apetece, y hasta se atreve a pedirle a los soldados rusos que no disparen contra él porque eso no le gusta.
Todos estos desmanes acontecen hasta la llegada del zar de Rusia que lo destrona y expulsa de Polonia, y restituye en el poder al hijo del rey asesinado.
En cuanto a la Madre Ubú, igualmente indigna, infiel, traidora, la vamos conociendo a través de la trama, y en el acto quinto, queda retratada de pie a cabeza cuando dice:
"Por fin estoy al abrigo. Estoy sola aquí. No es ningún inconveniente. Pero qué carrera desenfrenada: atravesar toda Polonia en cuatro días. Todas las desgracias me han caído de golpe. Inmediatamente después de la marcha de ese gran borrico voy a la cripta a enriquecerme. Poco después estoy a punto de que me liquide el Bougrelas ese, y esos cosacos. Pierdo a mi caballero, el Palatino Girón que estaba tan enamorado de mis encantos que se extasiaba de placer al verme, e incluso, me ha asegurado, al no verme, lo que es el colmo de la ternura. Se habría dejado partir en dos por mí, el pobre muchacho. La prueba es que Bougrelas lo ha partido en cuatro. ¡Pif, paf, pan! ¡Ah! Me siento morir. Después, emprendo la huida perseguida por la turba enfurecida. Abandono el palacio; llego al Vístula. Todos los puentes están vigilados. Atravieso el río a nado, confiando dejar de este modo a mis perseguidores. Por todas partes la nobleza se junta y me persigue. Mil veces estoy a punto de perecer ahogada en un círculo de polacos obsesionados en perderme. Finalmente logré sustraerme a su furia, y después de cuatro días de carrera por la nieve de lo que fue mi reino, llego a refugiarme aquí. No he bebido ni comido en estos cuatro días. Bourdelas me pisaba los talones... Pero en fin, ya estoy salvada. ¡Ah! Estoy muerta de fatiga y de frío. Pero desearía saber qué ha sido de mi gordo polichinela, quiero decir, mi muy respetable esposo. Y mira que le he robado finanza. Y le he cogido rixdales. ¡Cómo le he puesto de cuernos! Y su caballo de finanzas que se moría de hambre. No veía a menudo avena el pobre diablo. ¡Ah! Cuán bella historia. Pero, ay, he perdido mi tesoro. Está en Varsovia. Que vaya a buscarlo quien quiera".

Estructuras ideológicas:
En la obra lo ubuesco no es meramente lo absurdo, lo aberrante, o lo ridículo, sino que ideológicamente el término sobreentiende una caricatura de nuestra sociedad y de nuestra cultura.
El lenguaje, como hemos apuntado, es utilizado como herramienta destructora, pero igualmente como una actividad lúdica, por medio de la cual arremete críticamente contra la sociedad y sus estructuras corruptas, contra los desmanes de la burguesía, pues Ubú no es meramente el falso príncipe, el exterminador, el grosero, sino más que eso es la representación del poder, el anarquista perfecto, y el pequeño monstruo que cada cual lleva por dentro.
Vemos en Ubú al tirano cruel, descarnado y corrupto que aunque pasen los tiempos y gire la rueda de la historia, desgraciadamente está ahí, sin que las cosas cambien sustancialmente. Esto lo observamos a lo largo de la obra y se reafirma al final cuando exclama: "... y yo me haré nombrar Maestro de Finanzas en París.", con lo cual nos advierte que la culebra simplemente se está mordiendo la cola.

Conclusiones:
Pudiéramos concluir señalando que estamos, tal vez, en presencia de la obra más representativa del teatro surrealista y que a pesar del tiempo transcurrido desde la primera vez de su exhibición pública, mantiene una vigencia incuestionable en cuanto a su denuncia de la corrupción, en todas sus formas, generadas por el poder. Se trata de un tema universal, como ya hemos apuntado, extraído de la misma historia de desarrollo de los pueblos, solo que vista desde un lente, que al tratar de deformar la realidad nos lo hace más visible y más comprensible.
El claro concepto de la denuncia se mantiene a través de toda la trama, con la exposición de una manera singular de apreciar la historia y sus protagonistas.
Queda expuesto, pues, cómo la obra refleja una determinada realidad, vista a la luz de un momento histórico, cuando la revolución frustrada se refugia en el arte, donde los paraísos artificiales y la crudeza política se cruzan.
Como ya fue apuntado en el texto del análisis intuimos que en la obra lo ubuesco no es sencillamente 1o absurdo o 1o ridículo que va a flor de texto, sino que ideológicamente el término sobreentiende una caricatura de nuestra sociedad y de nuestra identidad cultural.

Asimismo en cuanto al lenguaje, hemos dicho que es utilizado como herramienta destructora, pero igualmente como una actividad lúdica, de la cual se vale el autor para exponer una acerba crítica a toda la estructura social carcomida por la corrupción. En definitiva, se trata de un ataque claro y preciso para dejar en evidencia a la burguesía y sus desmanes. 

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